Pyrenaica 213 (2003)

En las esferas del montañismo Institucional, véase la UIAA, existe hoy en día una orientación hacia el alpinismo de competición, sustituyendo a lo que se viene a denominar el alpinismo clásico, el alpinismo de aventura. En el primero, y es evidente que competir con los otros es algo que está dentro de la naturaleza, se trata de ver quién lo hace más difícil, más rápido, más veces... o en definitiva, mejor pagado. En el otro, y se han escrito cosas muy bonitas de esto, no se busca la competición con los demás ni siquiera con la naturaleza o la montaña. Se trata de competir consigo mismo, de saber lo que uno es capaz, de buscar sus límites e intentar llegar hasta ellos, o incluso un poco más lejos.

Bien... ¿y?. Es la sempiterna pregunta de indagar qué es lo que cada uno busca en el monte. Porque cada uno encuentra en el monte lo que va a buscar allí. Lo decía hace muchos años G. Mazzotti, en aquel bonito libro en el que defendía el alpinismo integral y cuyo título tradujeron en 1931 por "A cada uno su montaña". Y lo volvió a repetir hace unos años Walter Bonatti (1989): " La práctica del alpinismo y de la montaña en general es una de las máximas expresiones que ha inventado el hombre para su propio placer, no sólo físico sino también intelectual".

La pregunta nos lleva a repensar el futuro de Pyrenaica, cada vez que nos juntamos para debatir los criterios de orientación de la revista. El debate de este año iba al hilo de lo que buscan los federados en Pyrenaica. La hipótesis es que hay que ayudar con Pyrenaica a que la gente encuentre lo que busca en el monte. Y la inolvidable premisa de partida es precisamente la heterogénea y muchas veces irreconciliable composición e intereses del colectivo de federados. Se recogía la queja de que en el último número no había ningún artículo sobre Euskal Herria ni sobre Pirineos..."cuando lo que busca una parte de los lectores son excursiones que ellos puedan repetir" (De hecho, doy fe personalmente del caso de un receptor de la revista, excepcional colaborador, el primero a quien entrego siempre un ejemplar, que la empieza a hojear buscando ese tipo de artículos).

Repasando con calma el número anterior creo que se puede disfrutar allí de muchos artículos variados, con cosas muy interesantes. Y como esto va por rachas, lo que más envían ahora los colaboradores espontáneos - es decir, los artículos que no han sido buscados por la Redacción - pertenecen a la sección "Montañas del mundo" y más concretamente son ascensiones no difíciles en el sur y este de Europa. Lo cual quiere decir también que hay mucha gente que va ahora por allí, mucha más gente que antes, que a los montañeros les apetece más escribir sobre esas experiencias que sobre las sierras de la Península y, al final, que son muchos los lectores que lo que agradecen son esos artículos y que, incluso nos consta, que se acercan a pedir más información directa a los autores.

Bueno, pues para los otros, este número se abre precisamente con un artículo sobre los montes de Euskadi, de esos artículos que no dan pie a discusión. El recorrido de Juan Mari Ansa por el circo de Aramaio responde, e incluso mejora, la línea tradicional de sus otros trabajos. Ya veréis que, con tanta riqueza de información y tan bien contado, dan ganas de atarse las botas, otra vez, tempranito, al lado de la fuente de la plazoleta de San Millán de Gatzaga, mirar hacia arriba, muy alto, y echarse a andar.