Pyrenaica 292 (2023)
del Tachamontes
Pyrenaica 292
HARRI, ORRI, ARKATZ
2023
Editorial
Etxeberria Ramírez, Paulo
El montañismo vasco ha producido en su larga historia un patrimonio propio. Esta revista que tienes en tus manos, una de las más longevas a nivel mundial, está próxima a cumplir cien años de singladura. Las cimas de Euskal Herria están coronadas por más de mil buzones en los que todavía hoy se siguen depositando tarjetas para confirmar la ascensión. El concurso de los cien montes ha sido completado por más de 4500 personas a lo largo de más de un siglo.
Aquí y ahora queremos centrarnos en los clubes de montaña. La mayor parte de las personas que leemos esta revista pertenecemos a alguno de ellos. En ocasiones acudimos a las excursiones que organizan, participamos en actividades divulgativas, pasamos por la sede para tramitar la licencia federativa, alquilar material de montaña, consultar libros y mapas o charlar un rato con colegas.
La mayoría de los clubes proponen salidas los fines de semana. No es mal plan para un domingo: por unos pocos euros te llevan en autobús para hacer una travesía de valle a valle, en buena compañía y guiados por personas que conocen el medio.
Ese espíritu de asociacionismo, que en otros lugares del mundo no tiene apenas tradición, aquí está profundamente enraizado en la sociedad montañera. Y es que no podemos olvidar que algunos de los clubes fundadores de la Federación Vasco Navarra de Alpinismo ya han cumplido los cien años de actividad y otros celebrarán su centenario el año que viene.
Los clubes, evidentemente, no funcionan de manera automática, no hay una “inteligencia artificial” que se encargue de todo. Son personas voluntarias las que, de manera altruista, llevan a cabo todas las tareas necesarias para la gestión de la asociación.
Este patrimonio montañero es de todos y todas. Colaboremos, en la medida de nuestras posibilidades, en su conservación. No es difícil: podemos sumarnos a alguna excursión de nuestro gusto y nivel, podemos colaborar como guías benévolos o echar una mano a la junta directiva. No nos va a costar más que un poco de nuestro tiempo libre y, a cambio, tendremos la satisfacción de aportar nuestro granito de arena para mantener vivo este patrimonio.
Las montañas siempre estarán ahí (orogenia y vulcanismo mediante); el montañismo, sin embargo, no tiene razón de ser sin las personas, y los clubes de montaña tampoco.