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Pyrenaica 222 (2006)

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del Tachamontes
Pyrenaica revista

Pyrenaica 222

Por los ríos y volcanes del centro de Francia

2006

Editorial

Uriarte, Luis Ignacio Domingo (Txomin)

Es de noche y los grupos de gente van saliendo del refugio o del hotel detrás de su guía. El objetivo es ver amanecer en la cumbre. Esto ocurre en muchos sitios. Tiene que ser una montaña grande y muy famosa. Normalmente es el techo de un país, está en una zona declarada Parque Nacional y es una montaña sagrada, venerada por los antiguos y rica en leyendas y tradiciones.

Las autoridades lo utilizan para promover el empleo local y la industria del ocio lo aprovecha. Ver amanecer desde la cumbre se ha convertido en un producto del paquete turístico. La atracción que ejercen las grandes montañas ha entrado en la regulación del mercado: permisos, guías, alojamientos, comidas... El ejemplo paradigmático es la subida al Kilimanjaro. Pero, con características propias, los casos se multiplican y algunos de ellos parecen exagerados.

El Fuji San, con sus 3776 m, en la isla de Honshu, es considerada la montaña del mundo que más gente sube y sin ninguna duda la que más se fotografía. Hay 1500 metros de desnivel desde la 5a estación, a cuyos hoteles se llega en autobús, hasta el cráter de la cumbre. Y son ascendidos en verano por unos 200.000 japoneses, entre turistas y peregrinos. La serpiente luminosa a la luz de la luna la marcan los albergues y los más de 20 refugios que jalonan la pendiente, para que 20.000 personas lleguen cada fin de semana a las edificaciones de la cumbre, los comercios, los tres templos, el observatorio y la oficina de correos.

En menor escala, desde luego, ocurre en el Sinaí (2286 m). Parecía una montaña, sagrada sí, pero recóndita y olvidada. Pues bien. la "Senda de los Camellos" a la cumbre de Jebel Musa es ascendida cada noche por más de 200 personas a las que los autobuses han llevado a Santa Catalina y que bajarán, después de ver amanecer, por los 3.750 escalones del camino directo. Y en la cumbre, por si tienen frío hasta que salga el sol, se alquilan mantas.

De todas formas, creo que el caso más sorprendente es el Kinabalu (4095 m). El techo de Borneo, sobre los mares del sur y las selvas de orangutanes, era una montaña difícil de paredones de granito. Hoy en día es el símbolo de la perfecta organización. Reserva previa a través de una agencia de viajes o por Internet. Un par de horas para que en las oficinas del Parque te firmen el permiso, te asignen el guía que te acompañará y te den la tarjeta que tienes que llevar colgada y que te sellarán en seis sitios hasta que vuelvas a salir por la cancela metálica que da entrada al camino. Sendero meticulosamente mantenido, con escalones, barandillas y descansos cada 500 metros. A medio camino refugio-hotel con todas las comodidades, y luego interminable escalera de madera para subir a la luz de la luna despacito, en fila india, entre otros 120 turistas chinos y japoneses. Y después ... la cuerda: una gruesa maroma de 2.200 metros que llega hasta la misma cumbre, para que nadie se pierda si hay niebla.

Está bien socializar el monte y que pueda subir cualquiera. De hecho está claro que para muchos es posiblemente su primera montaña y probablemente será también la última. Pero de verdad que pierde el encanto. Este no es el monte que nos gusta a los . montañeros

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