Pyrenaica 269 (2017)
del Tachamontes
Pyrenaica 269
Perdiguero
2017
Editorial
Alonso Cires, Luisa
Hemos heredado de anteriores generaciones las montañas, los ríos, los bosques y los seres etéreos que pueblan las tierras vascas. Los hombres y mujeres que nos precedieron se acercaron a los montes y levantaron cercados, construyeron bordas, llevaron sus ovejas a pastar, extrajeron minerales y fantasearon con la niebla y el viento. Vivían en armonía con el entorno y respetaban la tierra. Ahora nos toca cuidar esa herencia y entregarla a las siguientes generaciones tal como la hemos recibido.
Ese es el espíritu que alienta la “Declaración sobre las pistas de Aralar”, aprobada por las federaciones territoriales de montaña. También sentimos como nuestras las montañas de Pirineos, que dan nombre a la revista. El macizo del Perdiguero es el protagonista de la portada; recorrer los cresteríos que unen sus tresmiles estimula nuestra osadía y pone a prueba nuestros límites. Quienes prefieren levantar la vista y calcular trayectorias, pueden dar una vuelta por el territorio de la Punta Treserols o Monte Perdido. La travesía Pireno-cantábrica queda para quienes sueñan con unir el Cantábrico con el Mediterráneo por lo alto.
La guerra civil del 36 pasó por nuestra geografía sembrando las montañas de metralla y sangre. Fue hace ochenta años, total nada, y ya parece que lo hemos olvidado. No lo han hecho nuestros montes, que conservan las cicatrices de aquella tragedia. Ir en su búsqueda es un homenaje a quienes lucharon por la libertad.
Después de aquella guerra vino una etapa gris para el montañismo vasco. Hasta que un grupo de soñadores se atrevió a mirar lejos y viajó a los Andes en 1967. Llevaban las mochilas llenas de ansia de libertad, escalaron montañas nevadas que jamás habían sido pisadas y plantaron una ikurriña en nuestra memoria colectiva. Porque nos abrieron camino y nos contaron lo que vieron, ahora volvemos con nuevos retos a los Andes y a los Alpes, y llegamos hasta el lejano Karakorum para intentar líneas imposibles.
Somos el eslabón entre el pasado y el futuro del montañismo vasco. Tenemos el compromiso de cuidar las montañas que esconden las moradas de Mari y los bosques del Basajaun, y de mantener los ríos cristalinos para que las lamias se acerquen a sus orillas.