Pyrenaica 275 (2019)
del Tachamontes
Pyrenaica 275
Gipuzkoa
2019
Editorial
Sansinenea, KoIdo
Gipuzkoa ha sido y es cuna y cantera de destacados montañeros y alpinistas. Afortunadamente, en nuestro territorio, al igual que la gastronomía, la afición por la montaña, el amor y el respeto a la naturaleza nos fueron inculcados por nuestros aitas y amas desde txikis, y, lejos de ser aficiones minoritarias, tuvieron una gran participación en la adolescencia. Luego, unos siguieron la tradición de transmitir a sus hijos los valores positivos de una actividad física e intelectual en relación con la montaña. Otros, en los clubes, se dedicaron al desarrollo y divulgación de la actividad en equipo. Otros alcanzaron metas de gran prestigio en alta montaña, escalada, esquí, espeleología, divulgación y ciencia, etc. Son tiempos cambiantes y diferentes, hay que tener imaginación para hacer atractiva la montaña a los más jóvenes, y en ello estamos.
Los datos de Gipuzkoa hablan por sí solos: cerca de 16 000 federados el pasado año. Es una cifra (sin parangón en el estado) para estar contentos, porque refl eja el gran arraigo popular de la montaña y un sentido de la responsabilidad. En la Federación somos conscientes de que son más los que cada fi n de semana van al monte, aquí o al Pirineo, a disfrutar y no se federan. Será normal tener las espaldas cubiertas ante cualquier incidencia. Hay que recordar que la administración cuenta con medios materiales y humanos para rescatar a cualquier montañero, pero puede cobrar (según el caso) una tasa de gastos de rescate y no estando federado puede resultar muy caro el ahorrarse la licencia. Estas refl exiones sirven lo mismo para los territorios hermanos y es responsabilidad de las Federaciones Territoriales caminar con objetivos comunes y evitar localismos inútiles.
Sentimos preocupación, mucha preocupación, por el estado del medio ambiente en Gipuzkoa, sobre todo en los montes. Los valles de un territorio reducido y topográfi camente complicado como el nuestro están cubiertos de infraestructuras viarias, viviendas e industria; afortunadamente, los ríos se han ido recuperando de los salvajes vertidos de antaño. Ya hemos pagado un precio muy alto por una de las rentas per cápita más altas del estado: tener un paisaje degradado e intervenido. Aizkorri-Zaraia, Izarraiz-Arno, Ernio, Aiako Harria y Aralar son montañas modestas, pero de una gran signifi cación para montañeros y naturalistas. También tienen su impronta humana, desde hace milenios, a través de actividades ganaderas y forestales, pero quizás menos agresivas que las que vemos en los valles. Fino y frágil equilibrio el que existe en estas montañas entre todos los intereses que confl uyen y deben coexistir, roto el pasado año en Aralar. Retroceso porque la administración competente, lejos de buscar, consensuar y acercar posturas, como había hecho en épocas anteriores, dejó cuando no evitó, una confrontación y unos daños irreversibles.
Finalmente, queremos agradecer a la Diputación Foral de Gipuzkoa el apoyo económico y humano a las actividades que realizan los montañeros en los clubes, en cooperación con la Gipuzkoako Mendizale Federazioa