Pyrenaica 230 (2008)
del Tachamontes
Pyrenaica 230
Alpes
2008
Editorial
Uriarte, Luis Ignacio Domingo (Txomin)
Este editorial es un toque de atención.
Los montañeros somos, por definición, los usuarios de la montaña. La hemos elegido como nuestro campo de acción, el terreno en el que hemos decidido buscar y expresar nuestro desarrollo personal, en algunos casos con una Intensidad casi obsesiva. Para muchos es una pasión y una necesidad, sin saber muy bien por qué.
Y las montañas están en peligro, en términos generales y como la suma de muchos casos concretos. El cambio climático, como una parte del cambio global, está golpeando muy duro a las montañas, que son un territorio especialmente sensible. Sólo un par de ejemplos: la costra del suelo congelado de los Alpes, el permafrost, se está descongelando, provocando inestabilidad de las masas glaciares, desprendimientos e inundaciones que han causado ya varios accidentes catastróficos. Casos similares están ocurriendo en el Kilimanjaro, en el Cáucaso, Nueva Zelanda, Tien Shan y Perú (F.Arroyo, 2007). El programa de la ONU para el cambio climático ha advertido que para 2050 habrá que cerrar más del 50 % de las estaciones de esquí de los Alpes, como consecuencia del calentamiento (T Oberhuber, 2007).
Antes los hombres temían a las montañas, hoy las montañas temen a los hombres (J Sánchez, 2007). No hay frenos tecnológicos y parece que no hay frenos morales para agredir a las montañas con autovías, instalaciones eólicas, explotaciones mineras a cielo abierto, líneas eléctricas o estaciones de esquí. Los negocios inmobiliarios, que lo justifican todo, han realizado una "trashumancia constructora", abandonado las playas enladrilladas para escalar ahora las montañas, llamándolo turismo verde. Y esto es todo lo contrario a una política de desarrollo sostenible, o uso sostenible, en expresión más moderna, y que en definitiva viene a ser el equilibrio entre el uso de los recursos y la conservación de la diversidad biológica.
Las oportunidades del futuro de las montañas sólo serán superiores a las amenazas que penden sobre ellas, si se extiende la ecología como valor cultural: la convicción de la defensa de lo que nos queda de natural en nuestro territorio. Y los montañeros tenemos una clara responsabilidad en este proceso. Tenemos que pelear no sólo por el acceso a la montaña sino por su protección. Son dos caras de la misma moneda, y los instrumentos de los que disponemos son muchos. El libro "Manual de legislación ambiental para el colectivo montañero", que acaba de publicar la EMF, nos ofrece muchas y buenas pistas de cómo podemos participar, de cuáles son nuestros deberes y nuestros derechos, y de cómo podemos exigirlos.
El libro es una adaptación a la montaña de la Ley 27/2006, que a su vez trasladó a España los tres pilares del Convenio de Aarhus (1998) sobre el ejercicio de los derechos de la población en la gestión medioambiental: acceso a la información pública; participación en la normativa; y acceso a la justicia cuando las autoridades violan la reglamentación. Se detalla en el libro la situación normativa de los nueve parques naturales declarados en las montañas de Euskadi y se explica cómo y cuándo utilizar la "acción popular”, que se podrá ejercer por cualquier asociación, club o federación sobre prácticamente todos los problemas que afectan a las montañas. Con un requisito: que en sus estatutos aparezca entre sus fines la protección del medio ambiente. Así aparece en los estatutos de la UIAA, e incluso en los de la IFSC (Federación Internacional de Escalada Deportiva) y así aparecía en los anteriores estatutos de la EMF. Con ello nos podremos legitimar como interlocutores ante las autoridades correspondientes.
Termino reproduciendo unas frases de Eduardo Martínez de Pisón, a quien siempre es un placer leer, y más cuando escribe de montaña, y mucho más cuando escribe de su ética: “ La montaña habla, deteneos a escucharla en una corriente de simpatía y comprensión hacia ella misma, en su aceptación admirada, no sólo pensando en para qué sirven o en para qué me sirven. Esa montaña que permanece sigue esperándonos y un día de sosiego volveremos a ella con la sensación de que sigue dándonos la bienvenida. No dejemos que espanten una noche sus espíritus."