Pyrenaica 199 (2000)
del Tachamontes
Pyrenaica 199
Senderismo, esquí y escalada en los Alpes
2000
Editorial
Uriarte, Luis Ignacio Domingo (Txomin)
Estamos por fin celebrando un pequeño homenaje particular a Juan Celaya, en sus ochenta años por haber i acogido con entusiasmo aquella idea atrevida y haberse empeñado a fondo hasta conseguir que terminase con éxito la primera subida al Everest, ahora hace veinte años. Estamos prácticamente todos los de la Tximist ("Me he equivocado, esto es el geriátrico", como nos saluda al llegar, tarde, Juan Carlos), con tres sillas, vacías ya para siempre, para los entrañables Paco, Ricardo y Juanito.
En mitad de la comida suena el teléfono. Llaman desde el Campo Base Avanzado del Everest, a 6400 metros, para hacer una consulta urgente ante un problema en la vista de uno de los expedicionarios. Parece que no es tan grave como se pensaba al principio y que incluso podrá participar en otro intento de cumbre, antes de que llegue el monzón.
Al volver todos a la mesa reínicíamos uno de los temas inevitables de la conversación: el cambio tan significativo entre las formas de hacer en la expedición Tximist, hace 26 años, y las de ahora, debido sobre todo a los avances en las telecomunicaciones ("A mí no me gustan estas cosas, pero está claro que no se puede ir en contra de la historia ... y yo también llevo el móvil que me han regalado en casa para cuando voy solo al monte").
Recordamos cómo entonces para mandar las noticias desde el Campo Base del glaciar de Khumbu, el sherpa que hacía de mail-runner empezaba tardando tres días en bajar hasta Lukla a esperar a la avioneta que llevaría el correo a Kathmandu o cómo cada ocho horas teníamos que conectar nuestro aparato con la emisora oficial de radio India, para oir el parte de las previsiones meteorológicas para la Queen Expedition.
Esto no tiene nada que ver con las condiciones actuales: la posibilidad de "chatear" desde el ordenador de casa todos los días con Oiarzabal o la retrasmisión por TV en directo del intento de cumbre. Pero aunque a muchos les choque, y les parezca "una pasada", la esencia del montañismo sigue siendo la misma de siempre (eso de que "la montaña es poesía y si no, entonces ¿qué es?").
Para poner las cosas en su punto, mientras seguimos la bajada de los expedicionarios a la Base Avanzada nos enteramos de que uno de los polacos que bajaba con ellos ha patinado y se acaba de despeñar. De las otras muchas expediciones que se mueven por la vertiente tibetana del Everest, entre las que también hay bastantes montañeros vascos, sabemos menos y de alguna de ellas no se recibe ninguna noticia.
Y esto es el circo del Everest, pero a la vez se están realizando ascensiones importantes en otras montañas, con mucha menos publicidad. De repente te llega, por ejemplo, la noticia de que Adolfo Madinabeitia y Juan Miranda irán dentro dejjnos días al glaciar de Baltoro para colgarse durante un par de semanas en las paredes verticales del Amin, o te enteras en la carnicería que el hijo de la vecina, sin ningún ruido, está dando la vuelta al mundo en solitario, en bicicleta, o que el propio director del Instituto subió en bici con unos amigos hace un par de años hasta las fuentes del Ganges