Pyrenaica 235 (2009)

UNA montaña tiene muchos puntos de vista. Dicho así, parece una obviedad. Basta echar una ojeada a la extensa hemeroteca de Pyrenaica para comprobarlo. Nos apasionan esas arrugas que surgen en la piel de la Tierra Y buscamos en ellas múltiples vertientes. Y hablamos de vertientes tanto en un sentido figurado, buscando nuestro personal acercamiento desde la ciencia, el deporte, o desde cualquier tipo de inspiración, como en un sentido puramente físico, es decir, ¿qué cara es la más bonita para conquistar la cumbre? Pero siempre, o casi siempre, pensamos en la realidad exterior, en esa dimensión visible que es la superficie. ¿Y las "vertientes" interiores? Porque la montaña no existe sólo por fuera. El interior es otro mundo, es la cara oculta de la Tierra. Antiguamente temido y casi siempre olvidado, el mundo subterráneo llega a ser fascinante. Es tan diferente a cualquier manifestación de la Naturaleza exterior que nos sorprende a cada paso, a cada metro que ganamos a la oscuridad. Además, sigue ofreciéndonos hoy en día un terreno para la exploración Y el descubrimiento, y esto ya es mucho decir en los tiempos que corren por nuestro viejo y maltratado Planeta.

Varios motivos nos han llevado a dedicar este número monográfico de 2009 a la montaña subterránea. De un lado, sacar más a la luz una actividad entre el deporte o la ciencia como es la espeleología, que tiene su silencioso escenario, cómo no, dentro de la montaña. No somos conscientes de que bajo nuestras botas, a veces a unos pocos metros hacia abajo, se abre un mundo mineral extraordinario.  Abismos que en los últimos siglos han pasado de la escala mítica a la humana y científica. De otro lado, poner de relieve el delicado equilibrio ecológico de este medio, merecedor de protección y máximo respeto. También queremos presentar las múltiples disciplinas que, en un sentido amplio, abarca la espeleología, como pueden ser la Geología, la Arqueología, la Paleontología, la Biología o el impresionante reto deportivo en un mundo que puede volverse tremendamente hostil. Además, hay que resaltar que no en todas las montañas ni en todos los macizos se da la realidad subterránea. El cavernamiento, que para nosotros es tan familiar, en otras áreas del mundo no existe. La riqueza de las cuevas de la Cordillera Cantábrica, los Pirineos y los Picos de Europa es excepcional, no es la regla general. A ellas acuden espeleólogos de todo el mundo. Por eso no es extraño que se den fenómenos geológicos ún1cos como la Torca del Carlista. La reciente celebración del 50 aniversario de su exploración ha sido otro de los detonantes para ded1car este número a las profundidades, y la mejor excusa para presentar las primeras fotografías en las que se divisa toda su dimensión.

Me falta agradecer, cómo no, la colaboración de un extraordinario plantel de firmas. Puedo afirmar que nunca se habían reunido en una publicación de montaña exploradores y C1ent1f1cos del mundo subterráneo de tanto nivel, muchos de ellos historia viva de la espeleología, haciéndolo de manera totalmente desinteresada. En especial, a Txus López de lpiña, quien ha sobrellevado conmigo el esfuerzo para completar el número que llenes en tus manos.