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Pyrenaica 278 (2020)

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del Tachamontes
Pyrenaica revista

Pyrenaica 278

Euskal eskalada

2020

Editorial

Alonso Cires, Luisa

La inclusión de la escalada deportiva en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 abre una nueva etapa para esta modalidad y dirige todas las miradas hacia las tres categorías (búlder, dificultad, velocidad) que formarán parte de la competición. Una buena ocasión para echar una ojeada a la historia de esta disciplina en nuestro territorio.

El 24 de mayo de 1987, se celebró en Egino (Araba) la primera competición de escalada en territorio vasco. En poco tiempo, la escalada deportiva había calado en un grupo de gente joven que se iba adaptando a las importantes innovaciones técnicas introducidas en esta modalidad para superar niveles de dificultad inimaginables tiempo atrás. A ello ayudó la existencia en nuestras montañas de paredes que se convirtieron en extraordinarias escuelas de escalada.

En este número hacemos memoria de las vías más emblemáticas de nuestro territorio, aquellas que convirtieron las líneas de nuestras paredes en un desplegable de nombres sugerentes y de grados máximos. Y recordamos a una parte de quienes consiguieron que la escalada deportiva vasca fuera conocida a nivel internacional. Una generación tan osada como discreta, que convirtió su pasión en un estilo de vida, y cuyos nombres conviene recordar para saber quiénes somos y de dónde venimos.

También nos conviene conocer y cuidar nuestras áreas de escalada. Desde aquellos años ochenta en que empezaban las competiciones en las paredes vascas, las zonas de escalada se han convertido en espacios necesitados de las ideas sobre sostenibilidad, respeto y convivencia con el entorno humano. Un buen ejemplo de actuación es el proyecto sobre escalada sostenible liderado por la Gipuzkoako Mendizale Federazioa, que recientemente ha obtenido premios y reconocimientos a nivel estatal.

Hablando de quienes nos precedieron, de nuestros referentes, no nos olvidamos de Loli López Goñi, escaladora y alpinista, recientemente fallecida. Fue la primera mujer vasca que llegó a la cima del Cervino y la única en el grupo fundador de la primera escuela vasca de Alta Montaña en 1959. En un tiempo en que las mujeres carecían de referentes y tenían serias dificultades para acceder a las montañas, su actividad alpina es realmente asombrosa y la ha convertido en parte de la historia del montañismo vasco. Loli representa lo mejor de aquellas pioneras que superaron estereotipos y presiones culturales para encontrar en las montañas un espacio en el que moverse libres y a su aire. No la olvidaremos.

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