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Pyrenaica 232 (2008)

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del Tachamontes
Pyrenaica revista

Pyrenaica 232

El karst de los Jorrios

2008

Editorial

Uriarte, Luis Ignacio Domingo (Txomin)

ESTÁ muy claro que la rapidez es algo muy Importante en la alta montaña. Hay que salir temprano y andar rápido para volver pronto. Son habitualmente jornadas largas, las tardes son a menudo peligrosas y las noches sin protección pueden ser mortales. Que se lo pregunten a Alberto Zerain, que hizo los deberes bien, en su momento, y salió perfectamente del K2 el pasado 1 de agosto. Todavía está impresionado recordando, cuando bajaba, el momento en el que se cruzó con el resto de grupos de alpinistas que hicieron cima más tarde y al bajar les pilló la trampa en el Cuello de Botella a los 8200 metros.

Pero rapidez y precisión no es lo mismo que velocidad. Correr es un valor añadido pero no es el más Importante. Ni en el Himalaya lo fundamental es batir records de velocidad en subir y bajar a un ocho mil, ni en la escalada de dificultad la velocidad es la variable prioritaria. En el alpinismo no competitivo lo que prima no es escalar lo más rápido sino hacer la vía más estética, o incluso la más arriesgada, pero de la forma más segura.

Y en la baja montaña, ¿qué sentido tiene hacer las excursiones corriendo? ¿Es un contrasentido hacer carreras en el monte? Hay algunos que lo tienen muy claro como cuando dice Ángel que sería lo mismo que si nos planteásemos hacer carreras en un museo: a ver quién recorre en menos tiempo, visitando todas las galerías, el museo del Louvre. Es decir se premiaría la rapidez en recorrer las galerías de un museo en vez del placer de disfrutar de los cuadros. ¿Tendría sentido?

Cuando estaba pensando en eso, leo en los periódicos la noticia de que precisamente se ha organizado un espectáculo en la Tate Britain londinense, consistente en que, durante cuatro meses, 50 atletas locales correrán a través de la sala Duveen del museo, de 86 metros de longitud, en Intervalos de 30 segundos. El espectáculo, ideado por el laureado artista Martin Creed, se considera "una actividad artística en la exploración de las actividades básicas humanas" y se supone que habrá sido uno de los acontecimientos culturales del verano en Londres.

En fin, uno se confunde con algunas cosas del arte moderno, pero vuelvo al hecho de ir corriendo por el monte. No tengo nada en contra de que se corra ni de que se celebren carreras por el monte (como en todos los casos siempre que se cumpla las reglas de respeto al medio ambiente y a los demás). Porque correr es bueno, es muy bueno. En cualquier sitio y a cualquier hora. Correr es lo contrario de estar muerto. Tiene muchas ventajas, implica estar en una buena forma física y mental, e incluso es una excelente terapia sanitaria. Y correr en el monte es todavía mejor: se juntan dos placeres, el de correr y el de estar en el monte.

En el monte hay sitio para todos... los que se porten bien. Escaladores, esquiadores, ciclistas, atletas como los corredores, gente que vuela en distintos aparatos, barranquistas, espeleólogos,... y sin hablar de fotógrafos, poetas, científicos, etc, etc, todos pueden desarrollar sus aficiones en el monte. Vale. Pero dejadme que termine citando la expresión del montañismo que hace Evelio Echevarría, cuando sueña, como escribió en Pyrenaica, en "acampar, aventurarse, ganar conocimiento, alternar con otra gente, marchar por tierras deshabitadas y por valles donde reina la calma."

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